Para ti, ¿qué es la cultura de paz?
R1: Para mí, la cultura de paz es vivir respetando el derecho de cada quien. Tomando en cuenta los valores éticos y morales que exige la comunidad.
R2: Es un conjunto de creencias, valores, habilidades, actitudes y acciones que promueven el respeto a la vida, a la dignidad y a los Derechos Humanos y a la sustentabilidad del medio ambiente para participar activamente en el logro de una convivencia sana, pacífica y libre de violencia en nuestra sociedad.
¿De qué manera aporta la cultura de paz a tu formación?
R1: La cultura de paz en mi formación debería aportar una mayor conciencia respecto a una vida libre de violencia, tanto en el hogar, en el área de trabajo, con mis vecinos y en general en mi comunidad. Vivir sin miedo, vivir con la confianza de estar entre amigos.
R2: En buscar las formas de contribuir a mejorar mi entorno, privilegiando la búsqueda de lo que me aporte a mí para poder comunicarlo.
R3: De una manera fundamental, ya que, al ser formada en esta cultura de paz, soy un agente que la promuevo en cualquier momento y en cualquier espacio.
¿Cómo abonas a la cultura de paz?
R1: En lo personal, trato de respetar toda la vida humana. De llevar buena relación con quién me rodea, de ser solidaria y empática con mis semejantes y de inculcar buenos valores ven mis hijos y sobrinos. Evitando la violencia en todos sus aspectos.
R2: Platicando con aquellos que de una u otra forma padecen del rezago social, como discriminación, abandono, rechazo, así es como mejor se puede ayudar, escuchando sus vivencias, preocupaciones, intereses.
Los libros, teorías, etc. son interesantes, pero la realidad supera en mucho a la ficción, además de que es la mejor manera para poder ayudar.
R3: Abono a la cultura de paz, desde mi espacio académico, asesorando a los docentes que imparte la signatura, Formación Cívica y Ética.
Desde el contexto de mi familia y de mi comunidad regional, estatal, nacional e internacional a través del programa educativo mundial One World, donde desarrollamos competencias globales y dentro de ellas la educación para la Paz y el medio ambiente, fundamentando nuestras acciones en los objetivos de desarrollo sostenibles de la ONU.
Construir una paz estable y duradera implica, en esencia, lograr transformaciones en las relaciones sociales y también en los comportamientos individuales. Esas transformaciones exigen desaprender y aprender. Desaprender las prácticas violentas culturalmente arraigadas y aprender a desechar toda forma de agresión. En estado de virtud aprender a: cultivar relaciones económicas, sociales y políticas en condiciones de equidad y solidaridad, comunicarnos y dialogar, discrepar sin romper la convivencia, decidir y actuar en grupo, valorar las diferencias, cuidar de nosotros y de los demás, proteger el entorno natural y los bienes públicos.
Las paces no tienen definiciones, aunque sí aproximaciones conceptuales, y se determinan como un proceso que se refleja en hacerse camino al andar. Este planteamiento tiene carácter sinérgico e infinito, a medida que avanzas, ganas espacio para la paz. Las paces no son una meta, sino que es el camino que se construye. – La construcción será perdurable en la medida que exista la aspiración de andar el camino –
Al respecto, Gandhi dice que no hay camino a la paz,
Los vínculos e interacciones entre los seres humanos se pueden mediar por relaciones intersubjetivas de paz. Esto se puede dar porque un ser humano es un ser “necesitado” del otro. En esta medida, la empatía, el respeto, el amor, la solidaridad, la compasión y la ternura forman parte de la esencial condición humana, presente en cada instante de nuestra cotidianidad. Ello no niega la necesidad de reconocer las diferencias, incluso los opuestos. Es entender la paz como un proceso inacabado, siempre en desarrollo.
La construcción de paz implica aproximarse al entorno violento y a los conflictos, para entenderlos y transformarlos en espacios en donde las circunstancias y capacidades de las personas encuentren un punto de sinergia.
Se trata de comprender el conflicto y el contexto para satisfacer los intereses o eliminar situaciones de riesgo que causan tensiones en la sociedad. Por lo tanto, la construcción de paz busca construir posibilidades de encuentro con el otro, donde priman el respeto, la cooperación, el complemento y la alteridad como elementos que sustituyen la violencia y el uso de la fuerza como argumento.
La construcción de la paz debe comenzar “procesos de cambio constructivo, que permitan pasar de una situación negativa a otra positiva a través de procesos transformadores de conflicto” (Zapata, 2009, p. 9).
¿Cuál es el papel de las universidades en el proceso de construcción de paz de México?
El papel de las universidades en el proceso de construcción de la Paz, se propone como el de tejedoras de colaboraciones, tanto intra como inter-institucionales, enfocadas en el desarrollo local y la vinculación nacional. Generando conocimiento propio desde cada lugar en relación a sus desafíos y colaborando en esta generación en ámbitos amplios de innovación abierta. Abriendo las universidades como espacios de colaboración social, donde se reciben las necesidades percibidas por la población y se presentan propuestas desde los ámbitos de investigación y tecnologías. Conjugando ambas corrientes en proyectos de cooperación universidades-sociedades locales que mejoren las condiciones y calidad de vida de las poblaciones.
Conceptos
Es aquella que “sustituye represión por libertad y explotación por equidad, y los refuerza con diálogo en lugar de penetración, integración en lugar de segmentación, solidaridad en lugar de fragmentación y participación en lugar de marginación” (Galtung, 2003a, p. 58). Está asociada con las garantías colectivas como los Derechos Humanos, los DESCA (Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales).
Permite una comprensión global —no fraccionaria— de la paz y facilita el acceso a todas sus realidades, independientemente de sus dimensiones demográficas, espaciales o temporales. Permite comprender la paz como proceso en construcción y rechazar la idea de un estado idílico y carente de contradicciones y conflictos. Además, abre mejores y mayores posibilidades de investigación, “ya que hace explícitas las realidades de la paz, las explican, les da mayor relevancia, y las hace más accesibles. Adicionalmente y como una consecuencia de lo anterior, posibilita una mejor promoción de ideas, valores, actitudes y conductas de paz” (Muñoz, 2001, p. 160).
Esta paz ha sido utilizada “en los años 90, en muchas ocasiones relacionada con países con altos niveles de violencia como Irlanda, Macedonia, Sri Lanka, Israel-Palestina, Sierra Leona de Colombia” (Muñoz y Bolaños, 2011, p. 31).
Resulta de particular importancia el alcance de la paz cultural, que nos invita a avanzar en la modificación de nuestros símbolos, lenguaje, creencias, enfoques científicos, modelos pedagógicos, modos de relación interpersonal y representaciones sociales que legitiman la violencia y reprimen la respuesta de quienes la sufren u ocultan su dolor. Este reto puede enriquecerse en el mundo académico con las metodologías de la paz neutra, la gradualidad de retos que promueve la paz imperfecta y la sensibilidad a las situaciones particulares propia de la paz feminista.